Época fabricadora de aburridos disfrazados

Lic. DÉBORA BLANCA
Www.deborablanca.com
Si bien el aburrimiento siempre fue desagradable en relación a cómo se siente, esa especie de “nada”, ese vacío que se nos pone enfrente y nos saca la lengua, hace algunos años atrás se resolvía más naturalmente.

El aburrimiento, en su cara benévola, es soportar las pausas, lo improductivo, los tiempos “muertos”, la soledad, esa que nos pide que nos miremos y sepamos quiénes somos, si queremos atrevernos a la libertad.

El aburrimiento, en su cara malévola, bajo la mala y mentirosa prensa de los tiempos que corren (y nos corren y aplastan) es lo que debe evitarse, ¡como sea! Pero él, astuto como es, tiene un ropero lleno de disfraces: el disfraz del desgano, de la ansiedad, del enojo, del insomnio. En perchas coloridas están colgados también el de la adicción, la dispersión, el de la actuación y, de reciente adquisición, el de deseo sin relieves.

La peli danesa Otra ronda (imprescindible) nos muestra, entre otras cosas, a 4 amigos grandes, aburridos, sumidos en una especie de bostezo interminable que, aprovechando la boca abierta, comenzarán a llenarla paulatinamente de alcohol, a ver si logran ganarle la pulseada al vacío.

Creo que sólo dejando de correr para evitar que el aburrimiento y las preguntas nos alcancen, podremos sentirnos más contentos con nuestras decisiones.