Charly García y otro concierto para la historia

El tótem del rock en castellano renovó contrato con las grandes performances en vivo.

El Gran Rex era un listón que quería dejar clavado. Muy pocos suponían, hace dos meses, que el concierto que ofreció en el teatro Coliseo tendría una continuación tan cercana. Y es el que el camino de este regreso que Charly García iniciò hace un año con su brillante show sorpresa en el Caras y Caretas es cuesta arriba pero, a todas luces, posible. Y habrá más.

Ante un auditorio que agotó las entradas en menos de una hora, y surfeando una nueva ola de reconocimiento, Charly comandó durante 90 minutos los controles de La Torre de Tesla, el concepto que continúa llevando adelante y que podría desembocar más temprano que tarde en un nuevo trabajo discográfico.

Tras la apertura del telón sonó un triplete de acero inolvidable que detonó a los más de tres mil fans que llenaron la sala: No soy un extraño (de Clics modernos), Instituciones (del álbum de Sui Generis) y Cerca de la revolución (de Piano Bar). Tres de sus mejores canciones, parte de tres de sus mejores placas.

Hombre de pocas palabras para esta ocasión, Charly hizo estallar en aplausos a todos y todas cuando arengó con un "¡rompan todo!", como guiño al invitado que vendría luego. Lo mismo cuando, al comienzo, disparó desde su carganta de ecos cavernosos: "Decían que estaba acabado, que no componía más…"

Así es que apareció en escena La máquina de ser feliz, track que da comienzo a Random y tambiín a esta era García post todo en la que se anima a apariciones asiladas pero que ratifican su lugar en la historia grande de la música popular.

Y King Kong ("una canción que compuse anteayer", como viene diciendo aunque sea parte de Kill Gil, su demorado disco de 2010), la perfectita Lluvia y la indestructible Rezo por vos.

La primera sorpresa fue la inclusión en la lista de temas del rockazo sinfónico hi-fi Fax U, de La hija de la lágrima. en una versión que evidenció ensayo y amor por la obra, algo que Charly viene poniendo en práctica desde 2009, cuando rompió con los fantasmas de la autodestrucción y la demolición del mito que se había propuesto llevar a cabo en su etapa Say No More.

Otra de las sorpresas de la noche fue la nueva versión de In the city that never sleeps, canción midtempo de Kill Gill que luce hoy remozada y vital, portando un trabajo de instrumentación que la transforma en una canción nueva y que según palabras del propio Charly podría volver a ser grabada para la futura placa.

Asesíname, Promesas sobre el bidet y Demoliendo hoteles hicieron estallar de clímax al Gran Rex para lo que fue el fin de la primera parte.

Los minutos que sirvieron de intervalo ayudaron al público a procesar el vendaval de íxitos que desgranó el profeta. Entre frases elogiosas, de sorpresa y expectativa ante lo que sería la segunda parte, pasó el tiempo hasta que se apagaron las luces, volvió a abrirse el telón y salió a escena una ráfaga de tiros certeros: Los dinosaurios abrió el juego con imágenes en pantalla de la última dictadura y la guerra de Malvinas, lo que parece ser, finalmente, la aceptación explícita de Charly en cuanto a que la canción sí es sobre la represión y no sobre "los dinosaurios del rock"; como dijo desde la edición de Clics Modernos hasta acá.

Al himno libertario le siguió una contundente performance de No importa y la aparición del único invitado de la noche: Billy Bond, de La Pesada del Rock, que con más actitud que voz interpretó Loco, no te sobra una moneda, canción que Charly grabó con íl hace cuatro dícadas y que Fito Páez estampó en su disco de hace un par de años Rock and Roll Revolution. De fondo, un clip con el bicolor protagonizando desmanes fue el contexto visual inmejorable para disfrute de la feligresía.

El final oficial fue con Fanky, que mostró al Fabián Quintiero más movedizo de lo que se lo vio durante toda la noche. El Zorrito es hoy la imagen elíctrica en un escenario en el que un Charly sentado sigue centro de escena. A Rosario Ortega (que compartió con Charly su pañuelo verde en pos de la despenalización del aborto) en tanto, se la ve cada vez más sólida en una banda y un tono que reciín ahora parecen sentirla como parte. Por su lado, los chilenos Carlos González, Kiuge Hayashida y Antonio "Toño" Silva, volvieron a demostrar (por si a esta altura hace falta) que son tres de los tipos que más y mejor supieron captar la escencia García.

El cierre definitivo, apoteósico, llegó con Nos siguen pegando abajo en una versión con el sonido definitivamente resuelto (dio algunos problemas al inicio del show) y el volumen listo para desvelar a una avenida Corrientes entregada a la indómita luz del gurú.

¿Bonus track? Hubo, pero a cargo del público (que contó en platea a David Lebón, Ricardo Mollo y Axel Kicillof, entre otros), que estiró la fiesta en platea y bandejas superiores entonando Inconciente colectivo y El fantasma de Canterville en clave karaoke de amor infranqueable.

Eso es (fue, seguirá siendo) el aguante. Quizá continúe en los próximos meses. Y quizá sea en Obras, según parece.

Fuente: edicioncalificada.com.ar