(La Voz de Jujuy).- El Senado de la Nación, símbolo de la representación democrática, vuelve a estar en la mira. Esta vez, el epicentro del escándalo es el despacho de la senadora libertaria y pastora evangélica Vilma Bedia, quien acaba de protagonizar un acto que huele más a autoritarismo que a republicanismo: ordenó el apartamiento de tres asesores que cometieron un “delito” gravísimo… decirle la verdad.
¿El motivo? No haber aplaudido una iniciativa que no solo no puede prosperar legalmente, sino que exhibe un profundo desconocimiento del marco institucional que la senadora jujeña juró respetar.
La escena es grotesca. Asesores sentados durante horas en un banco esperando ingresar a su lugar de trabajo. Un despacho convertido en feudo. Y una legisladora que, cuando recibe una crítica interna, responde con censura y persecución.
El gremio APL ya tomó nota. La vicepresidenta Victoria Villarruel también. Pero el silencio es, por ahora, ensordecedor. ¿Hasta cuándo el Congreso tolerará este tipo de atropellos?