Llega La Chaya, el Festival más alegre del país

La Chaya: una tradición riojana que copa a la provincia en febrero
El festival musical se hará en La Rioja capital del 10 al 14, con la presencia de los artistas argentinos más importantes. Cuál es su origen y cómo se festeja en toda la provincia. Oportunidad ideal para visitar a los riojanos para compartir sus tradiciones.

Para los riojanos, La Chaya es el evento del año, el que se prepara durante mucho tiempo y que nadie puede ni quiere perderse, sea local o turista. De hecho, los visitan desde todas las provincias a bailar, disfrutar y divertirse en la famosa Fiesta de la Chaya de La Rioja (tal su nombre oficial). Entre el jueves 10 y el martes 14 de febrero, en el Autódromo Ciudad de La Rioja, en la capital de la provincia..

Se trata de una fiesta ancestral que une al pueblo, heredada de los diaguitas que aún perdura e identifica a los coprovincianos. Chaya proviene de la voz quechua que significa “rociar” o “mojar” y llega cada año en febrero, momento en que desaparecen las barreras, las clases sociales, las edades y los géneros: nadie puede estar ajeno a la máxima celebración que se vive una vez al año: el carnaval que logra reunir a multitudes que acuden en busca de música, harina y albahaca.


La leyenda de la Chaya
Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india que se enamoró perdidamente del Pujllay, un muchacho pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele volver anualmente, mediando el verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia. En tanto Pujllay, sabiéndose culpable de la desaparición de la joven, sintió remordimientos y salió a buscarla infructuosamente por el monte. Enterado del regreso de Chaya a la tribu con la luna de febrero, volvió también al lugar para continuar la búsqueda. Pero fue inútil. Derrotado terminó ahogando en chicha su soledad, hasta que ya muy borracho cayó en un fogón y murió quemado. Desde ese entonces, Chaya viene cada febrero a apagar el fuego de Pujllay; cada año aparece, muere al terminar el festejo y se lo entierra hasta el año siguiente.

Cómo se celebra La Chaya
Bañados en agua y harina, más los infaltables ramitos de albahaca que se cultiva en las macetas de cada casa, los riojanos celebran y bailan en el Autódromo, donde se presentan artistas populares a lo largo de cinco noches: Luciano Pereyra, Jorge Rojas, Soledad, Los Palmeras, Sergio Galleguillo, Chaqueño Palavecino y Abel Pintos, entre otros. Al predio solo podrán ingresar aquellas personas que hayan adquirido las entradas y presenten el certificado de vacunación completo (dos dosis), considerado un pase sanitario. También se podrán ver los conciertos de 22 a 02 por la TV Pública. Además se harán talleres, espectáculos, exposiciones y decenas de expresiones artísticas y culturales en varios departamentos de la provincia.

Pero la fiesta está por todas partes: en los Pujllay que, en la forma de muñeco, esperan su destino de fuego, se los ve sentados en los negocios, hoteles y plazas de la ciudad. Se venden bolsitas de harina en las calles para desparramar por todos lados, hay procesiones de chayeros que se abren paso por las montañas, para cumplir un ritual bien autóctono: reunirse, bailar, celebrar y compartir. En cada casa con patio se arma una celebración privada, entre amigos, que puede sorprender al visitante y que después se sienta atrapado por esa alegría contagiosa de los grupos que,celebran esta especie de carnaval autóctono. Lo importante es cumplir el ritual: bendecir los frutos de la tierra, porque la Chaya se vincula con las cosechas; hacer el pan y la “guagua”, una gran corona de pan dulce; probar la “cabeza guateada”, una cabeza de vaca cocida en un hueco en la tierra; y sobre todo participar en los “topamientos”. Así se llama a los encuentros donde el “todo vale”: arrojarse agua, harina, espuma, pintura y papel picado, y hasta entrechocarse entre “comadres” y “compadres”, trayendo al presente los ecos de una antigua forma de seducción que fue -y tal vez sigue siendo- el origen de no pocas parejas. En la Chaya, dicen los riojanos, “todos somos iguales”.