El periodismo y la vida social de los derechos

Fidel Sclavo para Clarín
Fidel Sclavo para Clarín

Gran parte de las decisiones de los periodistas están basadas en una evaluación sobre derechos y deberes de las personas

(Fernando J. Ruiz, para Clarín).- En las facultades de periodismo se habla poco de derechos, pero gran parte de las decisiones de los periodistas están basadas en una evaluación sobre derechos y deberes de las personas. En una típica reunión de redacción se evalúan derechos, deberes, víctimas y victimarios. De hecho, una línea editorial es una jerarquización de víctimas que el medio propone defender, o una lista de victimarios que se quieren visibilizar.

También lo más habitual es que los grandes premios profesionales sean trabajos periodísticos relacionados con víctimas y victimarios. Por eso, los derechos son un elefante enorme en la práctica cotidiana de los periodistas, y esto no siempre es entendido de esta forma.

Los derechos en una democracia tienen una vida social agitada. Su instalación en la sociedad tiene tres etapas. En la primera se configura una voz social que lo pide, luego ese reclamo recibe o no apoyo de la sociedad y, en la tercera etapa, tanto las instituciones democráticas como el Estado convergen para convertirlo en un derecho viviente, no solo en una promesa.

En cada una de esas etapas, de esta relojería, se muestra el detalle de cómo se relaciona el periodismo con la democracia, más allá de las abstractas declaraciones de principios.

En definitiva, la práctica del periodismo de investigación, las notas de opinión, las coberturas, cómo un periodista selecciona sus fuentes, los temas que elige, cómo los trata, son todas decisiones profesionales que ayudan a configurar el grado de justicia que una sociedad tiene.

En mi último libro, El periodismo y la fábrica de los derechos en América Latina, editado por CADAL, describo ejemplos de periodistas desde México hasta Chile y Argentina que fueron decisivos tanto para el avance como para el retroceso de los derechos.

Es un retrato de buenas y malas prácticas profesionales que impactaron las realidades locales. El objetivo de este trabajo es proponer una orientación teórica y práctica para conciliar la pasión periodística con la vocación de cambio social.

Es una reflexión necesaria para pensar cómo reconectar en primer lugar a los periodistas con el periodismo, para luego poder defender con orgullo la identidad profesional ante los ataques de los distintos poderes.

A mediados del siglo pasado, el politólogo Elmer Schattschneider escribió que la democracia es «un sistema político creado para ser sensible a las necesidades de la gente común». Y el periodismo –con su sensibilidad o su olvido- es en gran medida la piel de ese sistema.

¿Cómo podemos saber si el periodismo está cerca de las personas comunes o está lejos, revoloteando entre los círculos de poder? Si tenemos la sospecha de que el periodismo no está en su mejor momento con la sociedad, es necesario enfocarnos en cómo nos relacionamos con las personas comunes. Este es un mapa para recuperar la sensibilidad, y ver qué hace el periodismo con la sociedad.

En última instancia, no importa lo que los políticos piensen de los periodistas. Lo importante es lo que la sociedad piensa y también lo que los jóvenes periodistas piensan. Es esa retaguardia la que hace fuerte la vanguardia para frenar todo tipo de agresiones.

Fernando Ruiz es Profesor de periodismo y democracia en la Universidad Austral