El acto revolucionario de pensar

A continuación, compartimos el artículo de la sicóloga Débora Blanca:

“Últimamente me inquieta el tema del “pensar”; escucho pocos pensamientos propios, elaborados, portadores de la contundencia de lo singular, e invitadores al diálogo. Tal vez yo misma esté pensando menos ¿será?

“Es que para pensar se necesita tiempo, tranquilidad, capacidad de contemplación. Y ésto, sabemos, viene en falta en nuestra época.
El filósofo Chul Han dice algo tan maravilloso como “El pensar en sentido profundo no se deja acelerar a la ligera. En eso se diferencia del calcular.

“El pensamiento es precisamente libre porque su tiempo y espacio no se pueden calcular. Suele transcurrir discontinuamente.
La presión temporal generalizada aniquila el desvío y lo indirecto. De este modo, el mundo queda pobre en formas. Desaparecen la ambivalencia, lo indistinguible, lo irresoluble, lo indeterminado, lo complejo.

“El pensamiento que carece de todo rodeo se reduce a un calcular”.
Como si este fragmento que me regaló Byung no hubiese sido suficiente, me cuenta además que originalmente, PENSAR significaba VIAJAR, porque su itinerario es incalculable o discontinuo.

“Damos por sentado que pensamos06 pero, ¿no tendremos que asumir una posición transgresora con los mandamientos epocales, dejar el celular y las redes atrapadoras sociales de a ratos a un costado, y sentarnos a contemplar para dejarnos sorprender por nuestros propios rodeos y formas de pensamiento?
Seamos desobedientes, pensemos”.